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Las mejores manos profesionales
Información para cuidadores de niños y niñeros
El mejor lugar del mundo donde debe ser colocado un bebé al nacer tras ser secado es sobre su madre, piel con piel, ninguna tela entre ambos, pero cubierto con una toalla caliente.
La madre y su pareja llevan 9 meses esperando este momento tan importante en sus vidas, és un momento sagrado, nadie tiene derecho a interrumpirlo como no sea que la vida de la madre o del bebé corran peligro.
Ningún procedimiento es imprescindible en este momento. El bebé pesará y medirá lo mismo una o dos horas más tarde.
Las madres embarazadas padecen una hiperosmia fisiológica (mucha capacidad de oler) porque necesitan oler a sus criaturas tras el parto y hacerlo va a incrementar la producción de oxitocina en la madre. El gorrito puede impedir que la madre huela la cabecita a su bebé. Si permanece piel con piel y tapado con una toalla o talla será suficiente para mantener el calor. Asimismo el elevado nivel de catecolaminas en un recién nacido que ha vivido un parto normal estimula el bulbo raquídeo y facilita la orientación olfatoria para iniciar la lactancia materna. Se ha comprobado que los bebés nacidos por cesárea programada tienen en el postparto inmediato bajos niveles de catecolaminas y ello les ocasiona mayor dificultad para localizar el pecho a través del olfato, además de mayor riesgo de presentar distress respiratorio.
¿Es compatible con la Lactancia?
La lactancia materna es el fenómeno más saludable para bebés y madres en todo tiempo y lugar. Muy pocas situaciones justifican contraindicarla.
Fármacos, fitoterapia, homeopatía, otros productos alternativos, procedimientos médicos y cosméticos, contaminantes, enfermedades maternas y del/de la lactante.
Las indicaciones de e-lactancia las realizan pediatras y farmacéuticas de APILAM para que puedas encontrar fácilmente la información que necesitas.
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Cuando llega un nuevo miembro a la familia.
La real BienVenida
La necesidad básica primordial de todo niño humano, es el contacto corporal y emocional permanente con otro ser humano. No es más complicado que “eso”. Sin embargo, algo que debería ser sencillo y espontáneo, lo hemos convertido en un problema. Casi todos apuntamos a que el niño pequeño “no nos moleste”. Es extraño. Ninguna otra especie de mamíferos pretendería algo tan insólito de su propia cría. Pero para los humanos es común determinar que lo mejor es “dejarlo llorar”, “que no se mal acostumbre” o “que no se vuelva caprichoso”. Y nos resulta totalmente habitual que el cuerpo del niño esté separado: Solo en su cuna. Solo en su cochecito. Solo en su sillita.
Apenas nace, suponemos que debería dormir solo. Crece un poco, y ya opinamos que es grande para pedir brazos o mimos. Y si crece un poco más, es grande para quedarse en casa. Luego es grande para llorar. Después es grande para no quedarse en una fiesta de cumpleaños. Y por supuesto, siempre es grande para hacerse pis, o para tener miedo de los mosquitos o para no querer ir a la escuela. Si todo lo que necesitaba desde el momento de su nacimiento fue contacto y no lo obtuvo, sabe que su destino es quedarse solo. La necesidad de contacto no desaparece al no obtenerla, entonces su mejor opción será cambiar el modelo de llamada hacia un sistema más “escuchable” para el adulto y posiblemente más molesto. Generalmente el niño enferma. Casi todos los niños están enfermos de soledad. Pero los adultos no reconocemos en la enfermedad del niño, la necesidad desplazada de contacto y presencia.
Ahora bien, si cada uno de nosotros tuviésemos la valentía de recordar y sentir el dolor sufrido a causa de los métodos de crianza y educación que hemos padecido, y si pudiésemos ponernos las manos sobre el corazón y recordar las vejaciones, humillaciones y desamparos que hemos sufrido siendo niños, comprenderemos que todo esto se trata de una revancha. Descargamos la impaciencia, la incomprensión, la desdicha y el odio del que fuimos víctimas. Ahora pretendemos salvarnos y no tocar al niño, porque tocar nos duele. Nos duele el cuerpo rígido por falta de amor, nos duele la moral, nos duele el alma. ¿Estamos dispuestos a hacer algo por las futuras generaciones? Entonces resolvamos nuestro dolor infantil y pongamos nuestro cuerpo a disposición de quienes son niños hoy.
Laura Gutman